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Sobre mí

Recuerdo perfectamente aquella sensación. No era desagradable, pero sí algo incómoda. El hecho de sentir que no estás exactamente donde quieres estar, sentir que hay otro lugar, otra forma de vivir, pero no tener claro donde ni cómo.

Dos años duró la búsqueda de nuestro pedacito de tierra. Dos años viendo cientos de anuncios, visitando fincas y valorando mil detalles: ubicación, acceso, servicios, construcciones, instalaciones… y por supuesto el precio.

Y en mayo de 2014 lo encontramos. Sin agua corriente, sin luz, con una casita, una balsa y dos aljibes. Con un pedacito de campo de almendros delante y un bosque detrás. Recuerdo ver el mirador, con su mesa en el centro, los pinos alrededor, las vistas al mar y las montañas rodeándonos, y sentir: «-Es aquí.»

Y así, empezó la aventura.

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, afrontar sólo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenia que enseñar. No fuera que cuando estuviera por morir, descubriera que no había vivido

– H. David Thoreau

Al principio nos dedicamos a arreglar la casita y planear nuestra nueva vida, y cuando llegó el momento me enfrenté al emocionante y angustioso momento de dejar mi trabajo y buscar una nueva pasión: llevaba 10 años trabajando como informática y sentí que esa etapa tenía que llegar también a su fin.

Y así empecé a estudiar todo tipo de cosas relacionadas con la naturaleza:

Unos años atrás me había sacado el título de educadora medioambiental, hice varios cursos de conservación, medicina y etología en fauna salvaje y fundé una asociación dedicada al estudio y la conservación de los erizos (de ahí mi apodo, Erina, de Erinaceus).

En esta ocasión me interesé más por el mundo vegetal: los cultivos, las plantas medicinales, las silvestres comestibles…

Pero lo que empezó siendo simple interés particular, se volvió una obsesión por el saber. Y como todo estaba conectado, pronto llegaron los cursos sobre regenerativa, microbiología, diseño hidrológico, sistemas agroforestales, restauración ecológica, permacultura…

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Todos esos saberes juntos, desde la más absoluta humildad por todo lo que aún no sé (o no sabremos nunca), me han dado una capacidad de observación y conexión con la naturaleza única. 

Una visión holística entre los muchos elementos que conforman nuestros paisajes y nuestra relación con ellos.

Y eso me permite ver y sentir fácilmente como podemos hacer de nuestras fincas y hogares en la naturaleza espacios eficientes, sostenibles y resilientes que trabajan con, y no en contra, de la naturaleza.

Hace ya cinco años que acompaño a personas que quieren conectar de nuevo con su lado salvaje, mudándose al campo o aprendiendo a relacionarse con la naturaleza de otra manera.

No te mentiré, no ha sido un camino fácil. Empecé a dedicarme a esto sin un plan, solo con el afán de ayudar y compartir todo aquello que había aprendido y, de alguna forma, me había sido revelado. 

Algunos compañeros de estudios me pedían que fuera a sus fincas para ayudarles, «yo que sabía tantas cosas y tenía una visión mucho más amplia». Una amiga me propuso ir hacer algunos talleres a su espacio. Las personas bonitas que tenía en mi comunidad online me pidieron que, ya que no podían venir a los talleres por tema desplazamientos, porque no hacía cursos online. Y así un largo etc de propuestas que me llevaron a hacer de todo: visitas presenciales, asesorías online, talleres monográficos, cursos online, cursos presenciales, charlas y ponencias…

Pero tras un momento de inflexión, tuve que replantearme el qué y el cómo seguir haciéndolo. Agradeciendo todas las oportunidades que me habían llegado, por supuesto, pero necesitando nuevos enfoques para mantener mi salud física y mental y que fuera sostenible. Porque esto, para mí, no es un hobby. Me dedico en cuerpo y alma, es mi pasión, mi misión, mi profesión y vocación. Mi ikigai, como dicen los japoneses.

Así que detrás de todo lo que verás en esta web y todo el mundo de marca que lo rodea estoy yo, mis valores, mis convicciones y decisiones meditadas. 

Nada es casual, tampoco perfecto.

Pero si te gusta, puedes quedarte, estaré encantada de compartirlo contigo. Vas a aprender a ver y sentir el mundo como nunca antes. Lo prometo.